El retorno de los brujos
El título de esta entrega corresponde a un libro que circuló en los años sesenta del siglo XX, el texto sentencia: “Una introducción al realismo fantástico”, que fue clave de la provocación. Sus autores Louis Pauwels y Jacques Bergier. Un boato editorial que logró grandes ventas. Se confundió con un grito de “sálvense quien pueda”; mostró, anticipó, anunció, la posmodernidad, mezcló en su narrativa fenómenos parapsicológicos, civilizaciones desaparecidas, esoterismo… alertó la envestida de lo efímero y la irresponsabilidad; logró cimbrar la cultura del pasado siglo. El retorno de los brujos tiene una condición ontológica: ES narrativa que reúne pasado y futuro, alquimia y ciencia, filosofía y parapsicología, vida intergaláctica y civilizaciones extraviadas o porvenir…
El libro anticipó, de alguna manera, el mundo binario, pantallas, ciberespacio, imaginó redes sociales, comunicación exacerbada de las tecnologías, empujó aparadores multiproductos que iniciaron desde las fotonovelas, revistas musicales, pasquines especializados, la radio y la televisión, hasta almacenes virtuales de productos curativos, nutriológicos, de eterna juventud, falo terapia, perfecto-prótesis… Grandes ventas de productos mágicos, sin faltar facilitadores de la vida cotidiana, todo ello a través ingeniosos métodos de ventas, “pague al recibirlo”, vendedores “pregúntame por qué…”, tele-ventas… Desató un virus de desinformación, caldo de cultivo del engaño.
El relato esboza un cambio de paradigmas, narra cómo “la realidad es mucho más compleja y sutil de lo que suponemos, y que nuestra percepción de los hechos está afectada por el reduccionismo racionalista, dejando poco margen a la imaginación”; anticipo “fake news”, más aún, atisbó peroratas de “post verdades”, consecuencia del relativismo en nuestra sociedad democrática y liberal: ningunear, manipular, despreciar la verdad, “primero los pobres”, por ejemplo. El sano vive entre epidemias de ventas, padece contagios de líderes tramposos doctorados en engaño y simulación, desquiciados a las masas las tratan como público, engañan y subsumen Derechos Humanos. La propaganda hace su trabajo: “afectar las emociones” para empoderar liderazgos tipo “Hood Robín”, quitarle a los pobres para dárselo a los ricos. En esta fauna deshumanizada ocupan un papel estelar los apocalípticos seudo “Médicos” que “alivian todo”, hasta conectan con Dios y los Ángeles en dialógicas curas.
En la frontera de modernidad y posmodernidad encubó charlatanes de la medicina y la salud. La buena salud no estriba en carecer de dolencias sino contar con ventura física, mental, intelectual y emocional, y desde luego, social. Hoy, de la mitología griega se actualiza Higía (Diosa de la curación), hija de Asclepio estudioso de la medicina. Higía inspira las más osadas maneras de atender enfermedades. La distorsión de la salud se cura con lágrimas de la luna, con “mocos de King Kong”… la esperanza se vende en cómodas mensualidades con engaño de “sin intereses”, la prolongación de la vida sin lógica humana, ventas exitosas e intentos fallidos. Somos, dice Heidegger, seres para la muerte en consecuencia para las enfermedades; por ello los curanderos certificados 21, ofrecen sus diarreicas diagnosis y fórmulas, discretamente dejadas por Jesucristo en el sudario en un nano-escrito, visto solo por elegidos: energías cósmicas, métodos alternativos, energías magnéticas, inhalaciones apolíneas, esencias de peyote, milagro de “cannabis”, humos de tabaco cultivado personalmente por Fidel Castro, bríos de piedras galácticas, sumo de ilusiones de la Virgen… Existe un enorme agravio por el fraude a la medicina, inevitablemente ha impactado a ciencia y cultura, a la convivencia de la sociedad, ES causante de una mengua a la confianza en los profesionales de la medicina. Esta actividad comercial de la salud ha contribuido de manera abundante a una nueva enfermedad: LA depresión, individual y colectiva; padecimiento que supera el cáncer, los trastornos cardiovasculares. La salud es hoy la piedra filosofal con la que pretenden transmutar al oro de una jovial larga vida. La alerta tiene seriedad, y mucha, la salud mental es un reto actual; el “deterioro del alma” es asignatura pendiente de políticas públicas serias nacidas de la real política y no de licitaciones de partidas presupuestarias. La medicina solo tiene una voz: LA VERDAD.
El libro muestra un raro coctel de mitos y cosmogonías como doctrina de la ciencia moderna, el realismo fantástico que intentó supuso un superrealismo capaz de lograr un matrimonio entre poesía y ciencia, como una batuta que dirige la revelación de los misterios de la vida por vía del arte. El libro se entendió como cruce entre alquimia y brujería que olvidó Hermes Trismegisto, héroes que abrevaron de la Santa Inquisición para formar, rosacruces, masones, “iluminatis”… hoy managers del marketing y productores de los racionales creativos de los fraudes a la medicina, faltas a la ética, ausencia de compromisos con la sociedad. Deberá ser delito las “formulitas” curativas, lo mismo que la alteración de la voluntad política de los ciudadanos.
El retorno de los brujos de Pauwels y Bergier no fue culpable, hubo una mala lectura.